La principal perjudicada por esta rebaja de precios es la propia Hacienda Pública. Por cada 10 céntimos que baja la cajetilla, entre siete y ocho son merma recaudatoria. El Gobierno se plantea revisar la fiscalidad del tabaco para evitar unas pérdidas recaudatorias que vienen a abrir un nuevo agujero en unas ya deterioradas cuentas públicas. De momento ,parece que la guerra comercial entre las principales compañías tabaqueras ha llegado a su fin o, al menos, está dando los últimos coletazos.
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